Conmemoración del Día Internacional del Sida en la cárcel de Rancagua

Cada 1º de diciembre se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de la lucha contra el Sida, fecha que se instituye en 1988 en Londres en el contexto de la Conferencia Mundial de Ministros de Salud sobre programas de prevención del Sida. Una fecha que nos invita a revisar qué hemos hecho como sociedad para detener esta pandemia, que cada día cuesta más vidas.

Este año, Fundación Iguales y OTD fueron invitadas a participar en la certificación de   Monitores de VIH en la Centro Penitenciario de Rancagua “La Gonzalina”, esta actividad, que se realiza desde el 2006, cierra un proceso de aprendizaje de algunos internos que son capacitados sobre el VIH y las infecciones de transmisión sexual, con el objetivo de replicar el proceso al resto de la población penitenciaria.

A esta iniciativa de la concesionaria de la cárcel, se unió la encargada de VIH/sida de la Seremi de Salud y contó con el apoyo de los capellanes católico y evangélico, quienes han dejado de lado su oposición y ahora aprueban todas las medidas de prevención que se puedan tomar.

Según la Seremi de Salud de Rancagua, Pamela Medina, “Esta actividad es tremendamente relevante, porque efectivamente una de las razones  y unas de las políticas que ha tenido el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera es precisamente la prevención y nos parece que donde los niveles son más altos en esta enfermedad es en los recintos carcelarios. Por lo tanto, es muy importante poder crear este tipo de iniciativas, donde a los mismos internos los estamos preparando para ser monitores en la enfermedad.”

A jucio de los profesionales a cargo de la formación de los monitores, este tipo de actividades son parte de las necesidades sentidas por el equipo de re-inserción social y las propias personas privadas de libertad, que a través de estas actividades pueden difundir la prevención, la tolerancia y la no discriminación.

Durante estos cinco años han capacitado a más de 150 internos, que inclusive algunos que ya han cumplido sus penas privativas de libertad, aun permanecen comprometidos con este trabajo y siguen participando en las diversas actividades, transformándose en agentes reales de prevención en sus localidades.

Para Guillermo Díaz, monitor interno, esta actividad es “muy importante, primero porque se adquieren conocimientos relevantes respecto al tema, si bien había escuchado, pero profundizarlos no está demás. Pero yo creo que lo más importante que me deja, es aprender a ponerme en el lugar del otro, de la persona que realmente tiene el virus, quizás no lo voy a mejorar, pero si acompañarlo, tener mayor empatía y pode luchar juntos para poder tener una mejor sociedad, más sana sobre todo para nuestros hijos, nuestra familia, yo creo que es sumamente importante de poder aportar un granito de arena en la prevención del VIH.»

 

Los obstáculos para la prevención

La otra cara de la moneda en esta conmemoración son las trabas que estos programas suelen encontrar, particularmente en los recintos penitenciarios. La experiencia de Leonardo Arenas, asistente social que trabaja en la formación de monitores, indica que los sistemas carcelarios nacionales no han tomado las debidas precauciones frente a un tema de tanta gravedad, considerando que los estudios indican que en Chile la prevalencia del virus en la población penitenciaria es cuatro veces superior a la de la población en general y que las tasas de contagio son también alarmantes.

El sesgo moral de algunas autoridades, que prima sobre las políticas públicas integrales, y su negativa a implementar la entrega de preservativos al interior de las cárceles ha significado un aumento considerable en los contagios.

Si consideremos que en el último Informe Nacional sobre los Progresos realizados en la aplicación de los compromisos sobre VIH/Sida, Chile 2010, elaborado por la Comisión Nacional del Sida en conjunto con especialistas contratados por ONUSIDA, se concluyó que la enfermedad en Chile se caracteriza por ser de transmisión sexual, predominantemente de hombres adultos jóvenes y fundamentalmente homosexuales. Este perfil evidencia la mayor vulnerabilidad de estos grupos que, además, presentan dificultades de acceso a las estrategias de  prevención y los servicios de salud disponibles.  Esta realidad es mucho más cruda y difícil de abordar al interior de los recintos penitenciarios, ya que el personal de gendarmería, que en ellos trabajan, no están preparados para afrontar las necesidades de los internos con VIH o en etapa avanzada de la enfermedad, menos aún capacitados para evitar la discriminación de la que son víctimas los portadores de VIH.

Quedan abiertas entonces las preguntas en torno a la forma en que debemos abordar la discriminación una vez que las medidas de prevención no son suficientes y se transparente el número real de infectados/as en nuestro país.

 

Comunicaciones Fundación =Iguales